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Mostrando entradas de diciembre, 2007

Tiempo

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Esta mañana, mientras revisaba los asuntos que me quedaban pendientes para antes de irme de vacaciones, me he encontrado, entre las páginas de mi cuaderno, con una sóla palabra escrita con trazo rápido, como urgente, que no tengo muy claro cuándo y para qué la escribí, pero que estoy seguro que siempre deberá permanecer ahí, donde está, como esa asignatura pendiente que dificilmente aprobaré, por lo menos por ahora: tiempo. Afortunadamente, quedan estos pequeños claros, en los que uno procura romper con todo, desaparecer de su mundo y pasar el tiempo en un lugar en el que todo le sea ajeno, y él nada más que un perfecto desconocido. Pasear, conocer y dejarme llevar por el camino que mi curiosidad marque allá donde esté... Así que como es costumbre muy conocida por quienes venis a visitarme desde hace ya mucho tiempo, ahí he dejado mis nubes para avisaros de mi marcha, y bajo su acogedora sombra mi deseo de que para todos vosotros el año que viene traiga más alegrías que sinsabores, alg

Lambro Cazzioni, Rey de Maina, libertador de la Grecia

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Curioseaba hace cosa de un par de semanas por entre los fondos de la Gazeta de Madrid , cuando la casualidad quiso que diera con una noticia procedente de Venecia y publicada el 28 de agosto de 1792, en la que se daba cuenta de un hecho singular. Se trata del manifiesto publicado por un tal Lambro Cazzioni, y dirigido a todas las naciones de Europa, haciendo pública su decisión de rebelarse contra lo que él consideraba una injusticia, o mejor dicho una traición, abandonando su vida como oficial de la armada rusa, para tomar partido por la piratería en aquellas aguas del Mediterráneo oriental que tan bien conocía. Cazzioni abandonaba públicamente la legalidad, y lo hacía por una de las vías tradicionalmente menos recomendables: la de continuar una guerra que ya había terminado, y cuyos contendientes estaban muy interesados en dar por finalizada, olvidando sus promesas y pactos con quienes habían sido hasta entonces sus aliados. Las deliciosas evocaciones de esta noticia, que traían a mi

Melancolia

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Esta historia debería termina con la visita de la muerte. El largo camino que hemos recorrido sólo nos lleva a aquél destino, a no ser que hagamos trampa, empecemos por el final e intentar así concluir allá donde la vida está llena de esperanza y se respira en su total plenitud… Es una posibilidad. Vamos a intentarlo. Aunque para ello debamos de imaginar algo muy distinto a lo que ahora está viendo cada uno de nosotros. Deberíamos ser capaces de ver una ciudad humeante, totalmente arruinada tras un largo sitio. Por entre los restos de edificios, cadáveres de personas y animales. Como perdidos de la razón, vagan gentes que buscan bajo la ruina algo que meterse en la boca, unas monedas o cualquier cosa con la que hacerse para luego venderla. Es propio de la naturaleza humana el hacer beneficio de las desgracias ajenas y los hay que aprovechan el caos y la ruina para apropiarse de todo lo que pueden. Muchos de ellos son los soldados que han entrado triunfantes en la ciudad, borrachos de