…en estos nuestros detestables siglos…

Cuando uno regresa de pasar sus días de libertad vagando por lugares que apenas conoce, guarda en forma de recuerdos imágenes y sensaciones que sabe que con el tiempo irá convirtiéndolos en idealizaciones, en aquello de lo que echará mano para sobrevivir al dolor de la vuelta a la rutina.

Ese es mi caso, y en un pequeño y todavía cercano rincón de mi memoria descansa, desde hace poco tiempo, un nuevo legajo cerrado en cruz por una vistosa cinta de colores sellada al lacre rojo. Allá –entre todos esos papeles-, encontraré cada vez que necesite volver a ella, la memoria de esa primera mañana fresca, cubierta por el manto de una fina niebla; escucharé el ladrido lejano de algún perro; sentiré la fragancia verde de la hierba, y el tacto húmedo, casi moldeable a la presión de mis dedos, de esas piedras que recibieron su forma hace ya varios siglos.

De aquél lugar, el primero de muchos que iba a descubrir, se contará con qué solemnidad permanecía erguido ante mí, como si fuera la antesala a un mundo diferente, dispuesto a convertir en ficticio lo que llevamos de vivido a este otro lado de nuestras existencias. Es algo similar a aquellos sueños que percibimos como reales por estar construidos a partir de recuerdos y personas, aunque sólo hayan vivido en otros de nuestros sueños.

Allá –continuará la memoria en otro pliego- el tiempo parece haber estado detenido a la espera de mi llegada. Es entonces cuando los primeros rayos de sol caen con desorden ante mí, como si fueran finos conductos que contienen dentro de sí una misteriosa sustancia brumosa que se revuelve en su interior luchando por salir. Quizá lo que llevan dentro sea ese tiempo maravilloso que voy a vivir, dispuesto a liberarse de su envoltura en cuanto lleguen al suelo…; quizá sea el alma –ese alma perdida ya hace tiempo-, o, seguramente, puede ser la efímera plenitud que empiezo a sentir.

Quizá, quizá, puede ser… ¡al diablo con todo ello!

- Aquí empieza todo, por fin he vuelto a la vida.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Bienvenido Charles e inmejorable forma de detener nuestro tiempo con tu llegada, esperamos más amigo, tic, tac, tic, tac,...
Pedro J. Sabalete Gil ha dicho que…
Siento lo mismo pero soy incapaz de expresarlo de forma tan bella. Es como si el tiempo laboral fuera un enorme paréntesis que cierro, tan solo los días que me marcho de vacaciones.
Feliz vuelta.
Anónimo ha dicho que…
¡Qué mejor regalo víspera de Reyes que tu vuelta!
Bienvenido, Charles. Y cuenta, cuéntanos tus andanzas...
Anónimo ha dicho que…
Empieas el año con buen pulso -me ha hecho pensar(que ya es raro) en los castillos de la memoria, tan cercanos a los soñados y, de paso, recordaba a quien decía que el que tiene buena memoria no puede recordar nada porque nada ha olvidado. Un abrazo
Briseida ha dicho que…
Yo te deseo que tu plenitud no sea "efímera".

Que tengas un 2007 pleno, amigo Charles.

Un abrazo
Anca Balaj ha dicho que…
Precioso texto, Charles. Precioso y cautivador.

Un beso (feliz 2007, con plenitud)
Anónimo ha dicho que…
(esto güele a prólogo de algo)

Agradablemente intenso, desplegándote como los perfumes, te llegas..., será por el bien comer y mejor beber,
¡ya podrás!

aprovechando que aún no has entrado en el mal genio de la vida diaria
http://photos1.blogger.com/blogger/889/3892/400/el%20origen%20del%20mundo.0.jpg
¿y si me llevo esta imagen para la colección anarkasis?
rebien venido
Charles de Batz ha dicho que…
Gracias a los siete -menudo número, y encima como el de éste año-, por vuestros comentarios.

Como siempre, son muy de agradecer.
Tal y como parecéis adivinar, pretendía que entre otras cosas, esto fuera algo así como un "prólogo de algo"; ¿de qué? no lo tengo muy claro, pero algo hay de ello.

POr cierto Anarkasis que te puedes llevar tranquilamente la foto, eso sí, me cuentas donde la pones para que pueda pasar de vez en cuando a dar la buenas noches a mi niña.

Vere me quedo con tu comentario sobre los recuerdos, me ha encantado.

Veamos si despego la pereza de mi cuerpo y me pongo a contar, ya que no tengo ovejas, algún cuento de los mios.

Salud y fraternidad

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