¡Que siga la ronda! (un Meme literario)
Cuando era un crío, de eso hace ya una buena porción de décadas, teníamos en nuestros juegos y hábitos escolares una maneras tan rupestres, que vistas desde la distancia a uno le parece que de habernos descubierto algún antropólogo, hubiera disfrutado de lo lindo describiendo, tomándonos como referencia, los usos y costumbres de las comunidades cavernícolas más incivilizadas.
Me explico. Al igual que en grupos tribales considerados más atrasados que el nuestro, hacíamos uso de cerbatanas que en nuestro caso no eran sino las cápsulas de los bolis Bic con los que impulsábamos de un fuerte y seco soplido una especie de masilla hecha a partir de saliva y un pedazo pequeño de papel.
Nuestros objetivos favoritos eran la espalda asotanada del Padre Artola –puño justiciero del mal estudiante-, y las pizarras de las aulas vecinas. Nuestros pupitres, de los que ya he dicho algo en otra ocasión, eran lo más parecido que había al trastero más abandonado e inmundo que pudiéramos conocer. Por guardar, había quién guardaba en ellos hasta moscas, hormigas y plantas.
Eran estos pupitres el recuerdo de algo que entonces no estaba tan lejos en el tiempo como ahora pudiera parecer: eran dobles, de madera sólida, con una pesada tapa que se abría levantándola y con un agujero en medio donde hasta algunos años antes se depositaba el tintero. Ahora era sólo un agujero negro y sucio al que casi no nos atrevíamos ni a mirar.
Creo yo que por aquél entonces empecé a sentir cierta afinidad por las marcas de los compagnons de las que hablaba en mi anotación anterior, pues era habitual encontrar en todo el rededor, e incluso el interior del pupitre, marcas, rallas, dibujos y frases hechas a base de apretar con tal fuerza el bolígrafo, que no eran pocas las ocasiones en la que la punta del mismo salía volando por encima de la cabeza de quién se tenía delante.
Pero no crea el lector que todo era salvajismo y desorden, pues también teníamos nuestra parte de sensibilidad, de mostrar nuestros afectos ante el profundo sentimiento de amistad que teníamos hacia aquellos con quienes compartíamos nuestros recreos y la lectura de tebeos.
Para demostrarlo, nada mejor que, cuando se presentaba la ocasión, ponerle a ese amigo la zancadilla cuando pasaba por el pasillo de pupitres junto a nosotros; pegarle una ducha de agua en medio del patio de recreo, tapando con los dedos parte de la boca del chorro de la fuente del colegio; o dándole un golpe seco en la nuca con la regla o un fuerte pisotón a la vez que le decíamos:
¡Que siga la ronda!
Como respuesta a esto último, veíamos que inmediatamente lo repetía con quien tenía más cerca, hasta producir un efecto multiplicador que podía alargarse durante un buen rato.
Ha pasado el tiempo desde entonces, ¡qué remedio!; y las cosas han cambiado. En plena era de la informática, de lo políticamente correcto y de lo simple e insustancial como medio de abarcar mayores cuotas de mercado, uno piensa que aquella aldea global que preconizaba Marshall McLuhan, ha asentado con toda solemnidad sus reales en nuestra forma de vida. Tanto que incluso tendemos a hablar –y, por ello, en un futuro a pensar-, todos igual. Tanto es así que no es raro que nos encontremos con más de una palabra de las que se usan hoy en día cada vez con más frecuencia, que en principio nos resulta incomprensible, o a la que no le captamos el sentido a pesar de que, por lo que se ve, se emplea de aquí a Kuala Lumpur.
Voy a centrarme y entrar en la cuestión antes de que tú, lector que ha sobrevivido al desbordamiento de mi memoria e ideas en las líneas precedentes, huya atemorizado como ya habrán hecho muchos, con razón, antes de detener su mirada en el punto y aparte que marco a continuación.
La primera vez que oí la palabra “Blog”, me quedé pensando en qué diablos era eso, y si lo que deducía podría ser lo que era.
- Blog es una bitácora donde puedes escribir lo que quieras. Es como un diario –me explicó un buen samaritano.
Bien. Me quedó claro, como antes lo había ido haciendo palabras con link, frame, stream, Server, etc… -por sólo limitarnos al lenguaje informático-… Pero ¿y eso de post, que és?.
- Pues chico, son las anotaciones que vas dejando en tu bitácora.
- Aahh…
Y así he seguido, con ese complejo de salvaje del Aveyron, enfrentándome según aparecían a las novedades del mundo bitacorero, hasta que un día encontré una que me entretuvo un buen rato.
No recuerdo dónde, pero viajando de enlace a enlace por las bitácoras que me iban apareciendo, leí cómo el autor de una de ellas se rasgaba las vestiduras, tiraba de los pelos e imploraba ayuda a los dioses, pues alguien le había mandado una cosa a la que llamaban Meme. Quedé quieto en su hoja, picado por la curiosidad:
- ¿Será que le ha llamado memo y por eso se muestra tan dolido?.
Miré la bitácora de la que procedía el Meme en cuestión y leí los comentarios cruzados entre éste y el anterior.
- Pues parecen llevarse muy bien, ¿será algún virus?, ¿un mensaje críptico que solo entiendo ellos?... ¡Deja Charles, y continua leyendo al que se queja para ver si te enteras de algo!.
Después de la retahíla de lamentos y maldiciones más variadas, el autor continuaba contestando obedientemente a preguntas del tipo: ¿cuál es tu canción favorita para oír en soledad?; ¿y tu plato?; ¿a dónde te gustaría ir de viaje?... y cosas como estas. ¡Pues vale!, me dije.
Una vez contestado todo, y como si quisiera vengar su dolor en quién tuviera más cerca, puso al final de tan interesante confesión, una lista de cinco nombres a los que invitaba a hacer lo mismo.
Fue entonces cuando entendí –más o menos-, de qué iba eso del Meme: un “!que siga la ronda!” de nuestros días, en el que se sustituye el dolor físico por cierta inducción a la exhibición de la propia intimidad. Eso sí, siempre dentro de los términos de la amistad.
El caso es que hace unos días mi amiga Ofelia me invitó a continuar uno de estos “!que siga la ronda!” que ya había visto antes en la bitácora de Leodegundia y que, a diferencia de otros, me pareció interesante.
Las normas del juego son sencillas:
“reproducir el quinto párrafo de la página 123 del libro que estés leyendo en este momento”.
Nada más.
Antes de empezar quiero aclarar que lejos de decir aquello de: “no es que me haga mucha gracia esto de los Memes”; éste al que me han invitado me parece interesante y participo encantado, no por lo que vaya a contar, sino porque el Charles maligno se está relamiendo de gusto pensando en aquellos a quienes va a decir eso de “!que siga la ronda!”.
Pero antes vamos a lo nuestro. El interesante libro que estoy leyendo en estos momentos es el “Tratado de ateología” de Michel Onfray, en la edición de Círculo de Lectores.
“Son conocidas las peripecias de Orígenes cuando toma a Mateo al pie de la letra. El evangelista diserta (Mt 1912) sobre los eunucos, establece una tipología –privados de testículos desde el nacimiento, castrados por otros o automutilados por causa del Reino de Dios- y concluye: “El que puede comprender, comprende”. Astuto, Orígenes corta por lo sano y de un cuchillazo se elimina los genitales, antes de descubrir, probablemente, que el deseo no es asunto de testículos sino de cabeza… Pero demasiado tarde…”
Pena haber llegado hasta aquí con esta cantidad de líneas sobre estas palabras, pues me quedo con las ganas de comentar lo aquí dejo transcrito. Lo dejaré para otra ocasión.
Lo que no voy a hacer es olvidarme de lo mejor, así que, después de pensármelo mucho, Medea, Vere y Herri, Vailima, Ladydark y “aquél a quien no le gusta que se le enlace”: ¡seguid la ronda! .
Salud y Fraternidad
Comentarios
Salud (permíteme robarte la despedida)
Un beso
Recojo el guante, Charles.
En cualquier caso, coincido contigo en el hecho que, dentro de lo que cabe, este meme es agradable. Alabo, además, tu buen criterio literario.
Saludos
Saludos!
El libro del que hablas no lo leí y ya ni me atrevo a ponerlo en la lista de los libros a leer porque todavía tengo un montón, esperaré a que lo termines y me des tu opinión sobre él.
Un abrazo
Y ya van...... que de una pequeña cosa, te arreas un post que merece papel, que diría nuestro amigo inenlazable.
Dejamos nuestros "memes" en esa isla que es la de todos.
Salud
(ma calao el robot, lo intento de nuevo)
He descubierto con tu post que soy generación boli de bic, y una nueva mania...
Busco la pagina 123 de cada libro que veo nuevo...por saber si hay o no parrafo quinto....¡¡
Un beso,
Ofelia
Abrazos.
Gracias de nuevo por vuestros comentario.
Salud
Cuentas historias hasta para poner un meme ;)
Ya tienes la réplica en mi blog.
Un abrazo!
Hartos saludos!
Buenísimo post, de verdad. Me has alegrado el martes (que es como el lunes o el miercoles).
Un besazo