Se cierra el círculo
1. Quizá esté soñando
Tumbado al fondo de la playa sobre una maraña de lo que parecían viejos periódicos, dormitaba silenciosamente, como si ni él mismo se hubiera dado cuenta de que estaba ahí. Ni siquiera parece respirar. Quizá está soñando.
2. El cañonero
En un primer vistazo, nuestra mirada se clavó en una inscripción que destacaba sobre las demás por su hermosura y claridad. Nos acercamos a leerla:
"Gabriel Gomes Da Silva de Lisboa, cañonero de la nao corsaria de Exeter, apresado el 13 de julio del año del señor de 1756."
No, no es ninguno de ellos –nos dijimos- ¿los encontraremos?
3. Sophie
- ¿Y porqué Coñac?
- Porque deseábamos conocer la región y buscar en éste castillo unos grafitos de los que tuvimos noticia a través de Internet.
- ¿Y los han encontrado?
- Sí, pero desgraciadamente no hemos podido hacer una fotografía en condiciones. Nos quedaremos con el recuerdo.
- Si lo desean pueden dejarme un correo electrónico y si es posible hacerlo, se la envío.
Sophie, era una joven de ojos claros, pelo castaño y complexión fuerte. Lo de hacer las veces de guía para los visitantes del castillo de Cognac le había valido la dudosa fortuna de tener que vestir un traje típico del lugar. No parecía darle mucha importancia, lo llevaba con esa placidez y dulzura que parecía acompañar de la misma manera a su voz, su mirada y por extensión a su carácter.
4. Alexander y George
Recorrimos detenidamente con la mirada las paredes de la amplia estancia que en un tiempo había sido la prisión del castillo de Coñac. Estaba repleta de grafitos de todas las épocas:
- “GABRIEL GOMES…”
- “ROBERT ADAMS/ OF SOTHAMPTON/ TAKEN/ IN THE SLOOP WHITING/ OF VIRGINIA SEPTEMBER/ THE FIFTH MDCCLVI BY/ THE PRUDANT WARWICK/ AND TALLANT”
- “SOMMERY/ DRAGONN 1730”
- “DANIEL DONOVAN FROM DUBLIN 1757”
- “ALEXANDER DUNLAP TAKEN/ AT FORT WILLIAM/ HENERY IN/ NORTH AMERICA/ AUGUST 10TH 1757/ BY THE TOWWOV/ INDIANS”
(“Alexander Dunlap, apresado en el Fort William Henry en Norteamérica el 10 de agosto de 1757 por los indios Otawa”)
¡Aquí está! –nos dijimos llenos de emoción- ¡hemos encontrado a uno de ellos!.
5. Les compagnons
Leí hace algunos meses un par de libros sobre los compagnons que despertaron en mi un profundo interés por todo lo que tenía que ver con ellos. Durante un tiempo, estuve ampliando mis conocimientos al respecto leyendo un poco por allí y otro tanto por allá, a la vez que hacía mis consultas en Internet.
En una de ellas, no recuerdo muy bien cómo, éste oráculo de los tiempos modernos que es el Google, me llevó hasta una entrada encabezada con el sugerente y desconcertante título de:
“Des compagnons du Dernier des Mohicans à Cognac au XVIIIe siècle”
¡Bendita curiosidad!; no pude evitar pasar dentro de esa página sin tan siquiera pensármelo. Se trataba del título de una ponencia, obra del especialista Luc Bucherie, cuyo contenido, que venía resumido en un breve par de párrafos, dice más o menos lo siguiente:
“En el Castillo de Cognac, un grupo de grafitos recuerda el internamiento de marinos ingleses durante la Guerra de los Siete Años. Entre ellos, los textos de Alexander Dunlap y George Freeman nos sorprenden por la información que contiene: incluso para un especialista en los grafitos, no era fácil aclarar lo que en ellos se quería decir, y sólo el recuerdo de la novela de James Fenimore Cooper, El Último Mohicano, nos daba la llave del enigma.
Consultados los Archivos de la Marina en Francia, así como los archivos ingleses, americanos y canadienses, estos modestos grafitos nos descubren el periplo de soldados de la milicia provincial de Massachussetts y New Hampshire, sitiados en el fuerte William-Henry y capturados por los indios Ottawa el 10 de agosto de 1757., Rescatados luego por los franceses, fueron enviados a Inglaterra para un intercambio de prisioneros… pero terminaron por ser encerrados en Francia, en La Rochelle y después en Cognac, después de que su barco casi naufragara en una tormenta (…)”
Como uno es un tanto infiel a sus devociones, y lo que busca en ellas es el puro estímulo intelectual, el reto y alimento para esa curiosidad insaciable que se despierta con el crujido de una puerta entreabierta, olvidó pronto todo aquello que le ocupaba hasta entonces, y saltó a la caza de aquella nueva presa.
Busqué y busqué sin encontrar nada más que una referencia bibliográfica a un artículo de una publicación desconocida que atendía al nombre de “Carnet de la Sabretache”; imposible de conseguirla desde aquí, incluso por Internet. Poco más podía hacer entonces, sólo cabía esperar tranquilamente ocupado en otros menesteres, hasta que llegara el momento oportuno de volver a ello.
Al fin y al cabo, el castillo de Cognac está a poco más de tres horas de aquí y aprovecharé cualquier puente para acercarme por allá.
6. El señor de la casa
¡Diablo de hombre! –dijo el anciano señalando con su bastón el retrato del señor del castillo, de aquél que lo compró en 1795 para establecer una importante factoría de Cognac que ha sobrevivido hasta nuestros días. – ¡ le puso 55 grados a su Coñac y se enriqueció con ello!, ¡miradle con qué satisfacción revuelve las piezas de un puzzle mientras su criado llena el arca de dineros!.
7. Los guardianes
En la Rochelle, cerca de la torre de San Nicolás y junto al Aquarium, están la Biblioteca Universitaria y la Mediateca. El día era muy bueno, el aire olía a sal y el sonido del agua golpeando los muelles del puerto se entremezclaba suavemente con el murmullo de las gentes que paseaban por el lugar. Estábamos convencidos de que encontraríamos lo que buscábamos.
- Queremos consultar esta publicación –y mostramos al bibliotecario una hoja de papel donde habíamos escrito:
“Carnet de la Sabretache n° 125 - 3e trimestre 1995”
Puso cara de extrañado al ver el título de la revista y consultó a la base de datos del ordenador.
- No aquí no hay nada de eso, quizá lo encuentren en la biblioteca universitaria que está aquí enfrente –dijo señalando al edificio contiguo.
Por desgracia, allá tampoco sabían nada. Nos fuimos como habíamos llegado, añadiendo la sensación de que íbamos a poder averiguar muy poco sobre aquella curiosa historia.
- Vamos a la tour de la Lanterne, a echar un vistazo a los grafitos, y después nos sentamos en el puerto a comer y ver caer la tarde.
- ¡Buena idea!, -me respondió mi compañera- y mañana nos encontraremos por fín con Alexander y George en Cognac.
8 La mensajera
Poco más de dos semanas después de nuestra visita al castillo de Cognac, recibimos un correo electrónico que, traducido, decía lo siguiente:
Estimado Señores,
Me llamo Sophie, y soy la guía que conocieron en el Castillo de Cognac. Me hablaron de los grafitos de Alexander Dunlap y Georges Freeman, diciéndome que no habían podido fotografiarlos y que no lograron dar con mucha información sobre ellos.
Tengo que decirles que después de 2 semanas buscando, ¡lo encontré!: en un libro titulado “Los grafitos del castillo Francisco I, Cognac” de Luc Boucherie, se habla de ellos y se explica un poco la historia de lo que les ocurrió. Aunque, si lo desean, les enviaré una copia del mismo, les adelanto lo que cuenta este libro:
Al rendirse los ingleses del Fuerte William Henry a los franceses, lo hicieron bajo promesa de poder abandonar ese lugar con sus armas y sin peligro de ser agredidos. Así que comenzaron a abandonar aquél lugar en dirección a territorio británico. Pero ocurrió que –esto lo recuerdo yo de la película “El último mohicano”, pues no he leído el libro-, según marchaban les atacaron un grupo de indios, causando algunas muertes, aunque sobretodo hicieron prisioneros. Entre ellos estaban Alexander Dunlap y Georges Freeman, soldados de las milicias coloniales.
Durante poco más de un mes permanecieron presos de los Ottawa, tratados como esclavos y viendo cómo muchos de sus compañeros eran asesinados e incluso devorados (¡eso es lo que dice!). Todo termino cuando los franceses los compraron a los indios para emplearlos a su vez en un canje de prisioneros con los británicos que debía hacerse en Europa.
El 5 de noviembre de 1757, Alexander, Georges y 214 prisioneros británicos más son embarcados en Québec en el navío Le Robuste en dirección a Inglaterra. Pero en medio del Atlántico les atrapó una tormenta que casi les cuesta un naufragio y dejó el navio totalmente inutilizado. Como pudieron llegaron hasta Rochefort si hacer ningún cambio y de ahí fueron llevados a la Torre de La Lanterne de La Rochelle, luego aquí, a Cognac, y por último a Angouleme, donde quedaron hasta su intercambio por prisioneros franceses en 1758.
Supongo que después de esta aventura, Alexander y Georges volverían desde Inglaterra a su tierra natal, allá en América, con muy pocas ganas de volver a salir lejos de ellas…
Y esta es toda la historia. Espero que les haya servido para sus intereses.
Les envío también una copia del dibujo que hizo el autor del libro, Luc Boucherie, de ambos grafitos, dos de los que dejaron Alexander y Georges durante su prisión en este castillo.
Gracias por su visita al Castillo de Coñac.
Atentamente
Sophie
9 La blanca espuma de la orilla
Ni él sabía el tiempo que había pasado dormitando en la playa, tumbado sobre la arena. Se desperezó con cierta desvergüenza, abriendo la boca hasta su límite y estirando sus miembros todo lo que pudo mientras emitía un fuerte sonido.
Después se levanto, y al ver la cantidad de arena que se había acumulado en su trasero, la sacudió con fuerza, dejando que cada uno de aquellos granos que durante unos instantes había formado un todo, volaran solitarios al antojo de la brisa, hasta perderse para siempre entre la blanca espuma de la orilla.
Comentarios
La verdad es que estos testimonios y tantas pinceladas autobiograficas sobre las frias paredes de una celda son un embrión tremendamente literario para escribir una novela...
Abrazos.
Un beso
Isabel, más o menos ese fue el motivo por el que, después de unos meses de espera, me acerqué en el puente del 1 de mayo por aquellas latitudes: no me queda lejos y el motivo era de lo más estimulante.
Itoiz, !eso es!, cada vez que leía uno de esos grafitos en la paredes de lo que fue una celda, pensaba en lo fácil que sería para quien es capaz, escribir una novela con todo lo que puede inspirar aquello.
Celebro que te haya gustado, querida aminuscula: no se si lo parecerá, pero por lo menos en este caso, lo que cuento es lo que ocurrió casi en su totalidad. El ornamento, a diferencia de otras ocasiones, está más en ese intento de fragmentar y revolver la naración.
!Un descanso, por favor, anarkasis! ¿otro?, dejame unos días para asfaltar un poco de ese camino que estoy haciendo a la vez que esto... Me doy por perdonado pues ;-)
Salud y muchas gracias por estar aquí.
Perfecto ese comienzo de Monterroso borgiano. El resto lo he leido como un mini-rayuela; ya voy por la 4ª versión.
Salud amigo Charles.
Como bien dices, si se piensa un poco, puede obtenerse mucho que pensar y otro tanto que decir de las numerosas inscripciones que se encuentra por todas partes.
Gracias por tus palabras, me animan a seguir por aquí.
Salud amigo Herri.
Leí cada letra que maravilla
Saludos!!!
Byron no dejó sufirma en el Partenon?
Me da que cuando encuentre grabados por Dios sabes que lugares comenzaré a fotografiarlos y a divagar sobre ellos.
Saludos.
Muy interesante, no te demores mucho.
Un abrazo
Peregrina, no tengo ni idea. Yo sólo se de la que menciono en el Templo de Poseidón.
Espero, amigo Goathemala, que des pronto con alguna de esas inscripciones y que nos cuentes lo que te sugieren: estoy seguro que será interesante.
Ula, así es: juntar investigación con el placer de degustar unas buenas viandas en un lugar como ese -y estando de vacaciones, claro-, es superado por muy pocas cosas.
Con lo de la demora, siento decirte que, como ya habéis ido viendo, llevo una temporada muy "demorona"... Hasta que no termine con otra cosa que me ocupa y el trabajo baje su intensidad, tendré que pasarme por aquí algo menos de lo que deseo.
Medea, la respuesta es sencilla: porque si lo hiciera sobre Inglaterra, una buena amiga acabaría por volverse loca con el idioma ¿o no?... It's going to be yes... ;-P
Un placer encontraros aquí.
Salud
Un abrazo!
Te felicito, Charles.
MentesSueltas, Buenos Aires.
qué bello blog... te dejo mis huellas..
Bss
-yo-
En parte, Gregorio, es la misma búsqueda, la existencia de algo que buscar, lo que motiva el resultado. Creo que sabes de que hablo.
Bienvenida Mentessueltas, ponte comoda/o y espero volvete a ver por aquí.
¿Ah si, Medea?... y entonces, ¿a que venía la reprimenda del comentario anterior? :-) Mire usted que como decana de los comentarista de esta casa, tengo muy en cuenta su opinión, mademoiselle. ;-P
Ninoschka, gracias por tu huella, espero que no sea la última.
Disculpad la tardanza en mi respuesta, pero es que uno anda un poco vago y ocupado en otros menesteres.
Gracias, como siempre, por estar aquí.
Salud