Lambro Cazzioni, Rey de Maina, libertador de la Grecia
Curioseaba hace cosa de un par de semanas por entre los fondos de la Gazeta de Madrid, cuando la casualidad quiso que diera con una noticia procedente de Venecia y publicada el 28 de agosto de 1792, en la que se daba cuenta de un hecho singular. Se trata del manifiesto publicado por un tal Lambro Cazzioni, y dirigido a todas las naciones de Europa, haciendo pública su decisión de rebelarse contra lo que él consideraba una injusticia, o mejor dicho una traición, abandonando su vida como oficial de la armada rusa, para tomar partido por la piratería en aquellas aguas del Mediterráneo oriental que tan bien conocía.
Cazzioni abandonaba públicamente la legalidad, y lo hacía por una de las vías tradicionalmente menos recomendables: la de continuar una guerra que ya había terminado, y cuyos contendientes estaban muy interesados en dar por finalizada, olvidando sus promesas y pactos con quienes habían sido hasta entonces sus aliados.
Las deliciosas evocaciones de esta noticia, que traían a mi memoria la imagen del Byron que murió cerca de 30 años después en Misolonghi, me animaron a revolver un poco más entre aquellos y otros papeles, para ver si conseguía averiguar algo sobre el rebelde Cazzioni y lo que el destino le deparó.
Sin ser demasiada, tuve algo de fortuna, y pude dar con unas cuantas cosas que se dijeron sobre él: algunos lo hacían griego y otros albanés; además de Comandante de la Flota Imperial y después pirata, fue también médico de Catalina la Grande; su Maina, aquél pequeño reino que creyó poseer, era el lugar desde el que, según algunas leyendas, comenzaría la reconquista del imperio bizantino y la cultura griega; y, lo más evocador, uno de sus fondeaderos, en los peores momentos de persecución, lo tuvo en lugar oculto cerca de Itaca…
Pero prefiero dejar de lado todo eso, no contarlo, y que nos quedemos con el momento en que Cazzioni da ese giro a su vida para enarbolar la bandera pirata. Todo lo demás, lo que hubo antes y vino después, es algo que quizá sea mejor dejar en manos de nuestra propia imaginación, mientras leemos plácidamente aquella noticia que un día de agosto llegó desde Venecia:
Comentarios
Al leer la entrada de inmediato recordé a Byron.
Me causa estupor cómo se hace pirata bajo bandera rusa a pesar de que los rusos renegaban de él. Un romántico el señor Lambro.
Abrazos, amigo.
Curioso relato pero da para pensar.
Todo el coraje de un hombre luchador a favor de una causa, puede darse la vuelta, convirtiéndose en enemigo al verse injustamente tratado y no ser tenido en cuenta.
Al final optó por servir a su propia causa aunque no fuera legitima.
Un abrazo.
Siempre a los pies de tu talento.
Chela, si que me voy a tomar unas vacaciones; pero eso será la semana que viene, que antes no me han dejado. Cuando vaya a irme, espero dejaros en éste mismo cuaderno unas líneas despidiéndome hasta el año que viene.
Alberto, la admiración es mutua y lo que más agradezco es esas reflexiones que dedicas a mis textos.
Gracias por vuestra visita
Salud
Me encanta ser suscriptora de este blog. Tus entregas suelen cambiarme la perspectiva para mirar algunas cosas y descubrir de tu mano siempre es un regalo.
Un abrazo,
pero lo que me deja patidifusa es tu capacidad para encontrarlos hasta debajo de las piedras..
y ya lo rematas con este estilo inconfunble de relatarlo que tienes que se masca a bocaos como una merienda al salir del cole
-que quiero más.
:-)Sigue revolviendo en las hemerotecas que nosotros salimos ganando con ello.
Un abrazo.
Gracias, mi despertar, bienvenida y pasa por aquí siempre que lo desees.
Anarkasis, pues bueno, me lo guardo en el bolsillo al amigo Lambro y, si se da el caso, lo sacaremos a orearse por estas páginas. Me alegra saber que estas historias te resultan tan digestivas ;-)
Leo, desde luego que es pintoresco, un canalla con razones -como muy bien define Anarkasis-, aunque esas razones sean las suyas, y uno de esos personajes entintados en cierto romanticismo "avant la lettre" como también dicen Isabel y Goathemala. En cierta manera, quizá otro de los productos de su época.
Es curioso la de personajes de aquella época que por su comportamiento o trayectoria vital parecieron ir anunciando lo que poco después sería el romanticismo en su más pura expresión. De hecho, "Las desventuras del joven Werther", había sido publicado hacía casi 20 años, y desde entonces y durante muchos años, en toda Europa se imitaba el traje y las maneras de aquél personaje. La máquina estaba ya en marcha...
Gracias por el testimonio de vuestra visita.
Salud
Lo he leido ahora y me ha encantado.