El Diamante y la Venganza (y VI)

“Le Journal des Débats” había contratado en 1843 a Dumas para la publicación en su diario de un nuevo folletón que tuviera el éxito suficiente para aumentar las ventas, fidelizar a sus lectores y ser publicado después en forma de libro. ¡Casi nada!, se podría decir, aunque no lo era tanto, pues aquél mismo año se estaba publicando ahí mismo con un increíble éxito “Los misterios de París” de Eugène Sue. Dumas, que se mostró algo celoso por aquél éxito, tuvo la ocurrencia de comenzar la escritura de un texto ambientado también en París, pero en esta ocasión centrándolo en cuestiones relacionadas con la historia y la arqueología de la ciudad. Pero al editor no le gustó la idea, esperaba algo más propio de la “factoría Dumas”: aventura, intriga, acción, grandes pasiones y seres profundamente marcados por el destino…
Al bueno de Alejandro no le quedó otra que ponerse a buscar una trama que tuviera algo más que ver con lo que se le había encargado, que se alejara de las simples divagaciones en torno al pasado arqueológico de la ciudad de París y tuviera algo más de gancho para los lectores ¿pero qué?...
Auguste Maquet, historiador, bibliófilo, negro de Dumas y verdadero ratón de biblioteca, llamó la atención de su jefe sobre la obra de Jacques Peuchet, hombre de múltiples disciplinas, que terminó trabajando en los Archivos de la Policía de París. Parece ser que, en dicha ocupación, obtuvo material más que suficiente para recopilar una gran cantidad de casos oscuros, siniestros y misteriosos, algunos de ellos muy populares aún después de haber pasado muchos años, bajo el título de “Memoires tirés des archives de la police de Paris”. En uno de los tomos de aquella obra, Maquet le señaló una historia que bajo el título de “El diamante y la venganza”, podría ser la materia prima para un interesante folletón.
Dicho y hecho. Maquet y Dumas se encerraron en Trouville durante tres semanas en el verano de 1844, y con la historia del zapatero François Picaud como base, redactan un relato de venganza, honor y redención a través del perdón, a la que después de no pensarlo mucho, titulan “El Conde de Montecristo”, en memoria a una isla a donde, según se cuenta, planeó Dumas viajar de caza con el sobrino de Napoleón, pero termino por no hacerlo al saber que tenía que pasar por una cuarentena.
La primera entrega apareció en el Journal des Debats el 28 de agosto de 1844 y continuaría publicándose casi sin interrupción hasta enero de 1846. El triunfo fue tal, que durante todo aquél tiempo, el cada vez mayor número de lectores detenía toda su actividad en cuanto el Journal caía en sus manos, para emprender sin dilación la lectura de una nueva entrega de las andanzas de Edmundo Dantés. Era un tema que corría de boca en boca por toda Francia, y había verdaderos entendidos en la historia, que adelantaban con gran seguridad lo que iba a terminar por ocurrir. Pasó en alguna ocasión que Le Journal des Debats no publicaba ese día el capítulo debido de “El conde…”, entonces se reclamaba la devolución del dinero pagado por él, o se acudía a la redacción exigiendo noticias de lo que ocurría en el episodio que debía haber sido publicado.

Los más espabilados no tardaron en sacar provecho de dicho éxito, y así quién por el año 45 acudía a Marsella, podía contratar los servicios de un guía para visitar la casa de Morell y la de Mercedes, así como los calabozos de Edmundo Dantés y el Abate Faría en el castillo de If…
Es seguro que lejos de molestar a su autor, este tipo de situaciones le resultarían graciosas. Más aún teniendo en cuenta que lo ganado con “Los tres mosqueteros” y “El Conde de Montecristo”, le permitieron cumplir uno de sus más viejos sueños: hacerse construir un pequeño castillo a las afueras de París, en Saint Germain en Laye, sobre una colina próxima a las orillas del Sena. A su nueva morada la llamó “Montecristo” y en el lugar más destacado de ella, sobre la puerta principal colocó el escudo de armas de su familia, adornado con la que era su divisa personal: "J'aime qui m'aime".
Desde su retiro palaciego, Dumas era poco menos que el personaje más popular de París: todo el mundo alababa su obra, se carteaba y mantenía amistad con los grandes autores del momento -Víctor Hugo, Flaubert, Balzac, George Sand, Lamartine, Eugenio Sue-, y no eran pocos los que acudían a disfrutar de uno de esos famosos almuerzos que empezaban a las once de la mañana y terminaba a las cinco de la tarde.
Uno se imagina a aquél hombre de carácter tan alegre y vigoroso, que disfrutaba de vivir como sus personajes, entre la aventura y la pasión, haciendo examen de su vida, mientras sentado a las puertas de su palacio degustaba algún buen licor. Es posible que en más de una ocasión mirara a la lejanía, y entre calada y calada a un buen Habano, volviera a leer para sus adentros aquel último y definitivo legado que nos dejó aquella criatura que de su mano más se acercó a los misterios del corazón humano, el Conde de Montecristo:
"Sólo el que ha experimentado el colmo del infortunio puede sentir la felicidad suprema. Es preciso haber querido morir, amigo mío, para saber cuán buena y hermosa es la vida.Vivid, pues, y sed dichosos, hijos queridos de mi corazón, y no olvidéis nunca que hasta el día en que Dios se digne descifrar el porvenir al hombre, toda la sabiduría humana estará resumida en dos palabras:
¡Confiar y esperar!"

Comentarios

Freia ha dicho que…
¡Guauuuuu, de un tirón y sin respirar! ¡Cómo me gustan estas sobredosis!
Como casi siempre, el arte imita a la realidad y vaya si la imita bien cuando el artesano se llama Dumas.
Delicioso folletín también el que nos has regalado tú por entregas...
Un abrazo
Pedro J. Sabalete Gil ha dicho que…
Excelente el colofón de la serie y de la entrada, Charles, no te imaginas como lo estaba esperando.

Así que tenemos un éxito arrollador de una novela por entregas basada en unos sucesos reales encontrados en archivos policiales. Sabía del gusto por el exceso de Dumas pero, cuéntanos, qué fue de Auguste Maquet. Creo que colaboró una vez más con Dumas en La Reina Margot y que desde entonces se distanciaron. ¿Tuvo tiene ahora algún tipo de reconocimiento?

Me despido no sin antes darte las gracias por un trabajo de documentación tan excelente.

Saludos.
Chela ha dicho que…
¡¡¡Es un placer leerte!!! Conocer a través de tus bellos relatos aspectos que completan y aumentan mi conocimiento de los autores de mi juventud y del que desconocia tan interesantes anécdotas.

Gracias por enriquecernos y además por hacerlo con un estilo tan depurado y exquisito.

Un abrazo de tu admirada y devota lectora.
Charles de Batz ha dicho que…
Freia, pues ten cuidado, que con lo que uno se extiende, como que lo de aguantar sin respirar, puede privarnos a los profanos en la música de las sabias recomendaciones de nuestra querida y dicharachera amiga. Así que respira, pero eso sí: sin dejar de leer ;-)

Goathemala,debía ser muy común por aquél entonces, y hasta cierto punto yo creo que siempre, eso de tomar un poco de aquí y otro poco de allá de la realidad, y escribir una buena novela con ello.Por aquél mismo entonces, tenemos el caso de "Los Miserables" de Hugo, quién siempre reconoció haberse inspirado en la vida Vidoq para el personaje de Jean Valjean. Por cierto que en ella uno se encuentra con Gavroche, uno de mis personajes literarios favoritos.Sobre esta última obra, si te interesa, te recomendaría "La tentación de lo imposible" de Vargas Llosa, en la que trata sobre las ficciones y realidades de Los Miserables:

http://www.clarin.com/suplementos/cultura/2005/01/22/u-910962.htm

En cuanto a Maquet, no debió terminar muy bien con Dumas: después de colaborar durante muchos años en algunas de sus más importantes obras, se separaron, fueron a juicio y ni uno ni otro por libre, alcanzó el éxito anterior.

Querida Chela, muchas gracias por tus palabras. Aunque pronto pienso dejar mi bitácora durante una larga temporada, espero contar a mi vuelta con vuestra que es la que me anima a continuar y a confiar en que lo que os cuento pueda tener algún interés.

Muchas gracias por el testimonio de vuestra visita.

Salud
Anónimo ha dicho que…
¡Muchisimas felicidades por ese accesit Charles! me alegra mucho saber que os publican al fin. Es una recompensa estupenda para el trabajo, ¿a que sí? Ahora a seguir con más y mejor.

Mi enhorabuena :)
Isabel Barceló Chico ha dicho que…
Un ejemplo de lo que una buena colaboración puede conseguir. Es una lástima que los amigos se separasen. En cuanto al castillo de Dumas, parece sencillamente precioso. El sí que vio su sueño realizado.
En cuanto a ese premio que has ganado, no sé en qué momento me he perdido, porque no me he enterado de lo que es. Sea lo que fuere, está muy merecido. Felicidades y un abrazo.
Cósimo ha dicho que…
No solo nos regala un relato maraavillso sino que también nos enriquece y, además, da un cumplido homenaje a Maquet.

si se va por mucho tiempo de la bitácora nos va a dejar usted muy solitos.....
Leodegundia ha dicho que…
Ya me parecía a mi que algo tenía que ver esa historia con el Conde de Montecristo, lo que desconocía era que Dumas mandara construir ese castillo.
Un abrazo y mis felicitaciones por contarnos todas estas cosas.
Charles de Batz ha dicho que…
Tienes toda la razón, Medea, la recompensa merece la pena todo el trabajo y tiempo que nos costó al coautor y a mi terminar el libro. Ahora sólo queda esperar a la decisión del tribunal que esta valorando su publicación. Esto es un sinvivir, jus, jus

Por supuesto, muchísimas gracias por la generosa publicidad que me haces en tu cuaderno Fallo Aleatorio :-)

Isabel, estoy contigo en lo de la lástima, pero creo yo dado como iban las cosas, aquello estaba cantado. Espero que no sea siempre así. Sobre lo del accésit, hablo en el comentario de la anotación anterior o puedes saber de ello visitando el enlace que he puesto aquí arriba con el cuaderno de Medea.

Creo que es una pena, Señor Barón, que se olvide a quién tanto tuvo que ver con algunas de las mejores obras de Dumas. Desde luego no niego que fuera éste último quién al final diera siempre su peculiar toque a las obras, pero Maquet merece ser recordado, por lo menos como el gran generador de "temas" para la obra de Dumas.

Procuraré volver pronto, aunque como todavía no me he ido, tampoco se lo que tardaré en volver...

Desde luego, Leo, que al principio parecen casi calcadas una y otra historia, pero luego la realidad es mucho más cruda y ahí esta Dumas para darle ese toque del que he hablado y dejar la cosa en un canto a la esperanza, el perdón y la redención.

Gracias por el testimonio de vuestro paso por este cuaderno.

Salud
Anónimo ha dicho que…
cruzo las piernas

y a ver si las FELICIMEDIAS, son enteras y le ponen portada.

saluD
Charles de Batz ha dicho que…
Las cruzo yo también, Anarka, y los dedos, y los ojos, y la nariz no porque tengo solo una, pero lo intentaré también con los brazos, aunque habrá quién se pregunte que hace ese tío tan raro envuelto en tales gestos:

- será un rapero -le dirá alguien.

Espero que lleguen a ser ENTERASDADES, y que a la portada no le hagan lo que nos cuentas en tu cuaderno que le hacen a la del GeVo de "Las vidas..." ;-)

Salud
Pedro J. Sabalete Gil ha dicho que…
Charles, tranquilo, nunca te sientas obligado a leerme, ten en cuenta que comprendo muy bien los agobios laborales. Además, cuento con la confianza de pedirte directamente que me leas cuando crea que un tema suscita tu interés o me sienta satisfecho de como quedó.

Recuerdo que el año pasado por estas fechas hiciste una pausa bastante larga.

De V. Hugo sólo leí Los Miserables y Nuestra Señora de París. Ambas mal leídas, con esa precipitación propia de los veinte años. Recuerdo que mi profesora Carmen Iglesias, - seguro que la conoces porque es una experta en el XVIII francés - nos exigía que por cada libro que leyéramos nos esforzáramos por hacer un breve resumen de apenas una hoja - paper lo llamaba ella -. Hice muy pocos y creo que eso me obliga ahora a ciertas relecturas. Una de las primeras será Los Miserables y otra Rojo y Negro que recuerdo que disfruté mucho.

Saludos.
Charles de Batz ha dicho que…
Gracias, Goathemala, te leo con mucho gusto, pero me gusta hacerlo con el tiempo suficiente para pensar en lo que escribís. De ahí que, como ando algo liado, en ocasiones tarde demasiado en leer todo.

Interesantes relecturas. Seguramente descubrirás ahora en ellas, con el tiempo pasado desde la última vez que las visitaste, detalles que se habían quedado ocultos entonces.

Salud

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