3 años después

Hola Josan.
Como lo prometido es deuda, y al salir para la Gascuña te di mi palabra de contarte a la vuelta de qué trataba esto de seguir los pasos de los verdaderos tres mosqueteros –que realmente fueron cinco-, por las tierras aquellas y las del Bearn, aquí estoy de vuelta para cumplir con lo convenido y procurar satisfacer esa curiosidad que quedó sedienta hace unas semanas.
Ya te he contado por teléfono alguna de las cosas que he visto y las personas que he conocido, sabrás que parte de lo que aquí te voy a contar lo voy a hacer ayudado por un regalo que me hizo el último día mi buen amigo Jacquou: un libro titulado « Histoire vraie des trois mousquetaires » de Armand Praviel, en el que encontré recopilada mucha de la información que semanas antes, cuando preparé el viaje, había tenido que andar sacándola con cuentagotas por aquí y por allá. Parece que a mi amigo Jacquou le resultó gracioso que ese fuera uno de los motivos de mi viaje y, ni corto ni perezoso, tuvo el excelente detalle de regalarme esa pequeña y antigua joya de la historiografía mosqueteril.
El buen ojo que tuvo Dumas al encontrar aquél viejo ejemplar de las memorias de d’Artagnan es el mismo que se le manifestó también cuando se topó en los archivos de la policia de París con un caso que inspiraría su Conde de Montecristo. Poco le importó las maneras de aquél autor llamado Sandras, tan dado a la fabulación que escribía en primera persona todas las memorias que salieron de su mano como si las escribiera el autobiografiado, que utilizara fuentes más que dudosas, y que rellenara con florituras galantes o gallardas muy del gusto de la época todos aquellos márgenes que quedaban vacios… Él se sabía capaz de emplear ese material para darle una vida que sólo podía darle la literatura folletinesca.
Dumas era como el maestro de un antiguo taller de pintura, pues no redactaba totalmente sus obras, sino que buscaba las ideas, concebía el argumento, y luego dejaba en manos de sus aprendices el grueso del trabajo, antes de volver él a correguirlo y darle las últimas y más personales pinceladas. Por ello, es injusto no recordar, siempre que se menciona «Los tres mosqueteros», a aquél que realmente la redactó a medias con el autor en su calidad de empleado, aprendiz o, como se diría hoy, «negro» : Auguste Maquet.

D’ARTAGNAN

Este que ves aquí es el Castillo de Castelmore, a pocos kilómetros de Lupiac, a la derecha de la carretera que lleva a Le Parre. Hoy en día sigue siendo una propiedad privada que aún estando protegida como monumento histórico no puede visitarse, e incluso el acceso para ver aunque sea su exterior es muy complicado, por lo que puedes imaginar cómo me quedaron las fotografias que hice de él… He preferido buscar una en internet que ilustre mejor cómo es este edificio.
En él dice la tradición que nació allá por el año 1615 Charles de Batz-Castelmore de Artagnan, el famoso mosquetero de la obra de Dumas. A uno le gusta suponer que ahí también paso los primeros años de su vida y que de esa misma casa salió en dirección a París siendo casi un crio, con poco más que una carta de recomendación para Treville y la espada de su padre.
Pero nada queda que pueda dar testimonio de todo aquello. Es posible que el deseo de compensar esta falta es el que haya animado la instalación, a la entrada de Lupiac en un antiguo hospital de peregrinos mandado construir por el padre de d’Artagnan, un museo dedicado a nuestro mosquetero. Sin tener nada del otro mundo, merece la pena visitarlo si se llega ahí, ya que esa será seguramente la única manera de poder entrar un poco en el espíritu del mosquetero en su propia tierra natal.
Además de esto, en Lupiac no hay nada más de interés : es un pueblo casi desierto, dormido y tranquilo, recogido sobre sí mismo, como si no diera demasiada importancia al interés que pueda despertar en todos los curiosos que nos acercamos hasta allá.
De la vida de d’Artagnan desde su llegada a París, se ha escrito ya mucho, y por eso yo no me voy a alargar demasiado. Eso sí, si quieres que te recomiende un libro con el que profundizar un poco más en su vida, hazte con el de Odile Bordaz. Se titula «D’Artagnan, mousquetaire du Roi. Sa vie, son epoque, ses contemporains». Su autora es, en este momento, una de las mayores especialistas en el personaje, y la lectura de su libro resulta bastante amena.
En sus páginas podrás seguir al joven d’Artagnan en su llegada a París hacia 1640, su ingreso en las Guardias Reales, y su paso en 1644 a los Mosqueteros de Trèville. Al disolverse la companía dos años después, pasa a servir a las ordenes de Mazarino, quién le encarga numerosas misiones que cumple con tal éxito, que pronto llama la atención del Rey, quien le pone a su propio servicio.
Encontrarás en él cosas muy curiosas, como que casó por conveniencia en 1659 con Charlotte-Anne de Chancelay, quien le dió dos hijos antes de separarse de él en 1665 ; que fue él quien detuvo al poderoso Fouquet, y que queda testimonio de la diligencia con la que lo hizo en las memorias de madame de Sevigné ; que cinco años antes, en 1660, acompañó a Louis XIV en su viaje a la frontera de Irún, justo hasta la Isla de los Faisanes, para encontrarse allá con la infanta española con la que se casó inmediatamente dicho monarca en San Juan de Luz. Como sueles pasar por ahí a menudo, recordarás que según salió el cortejo nupcial de la iglesia, mandó el monarca francés que se tapiara aquella puerta y no volviera nadie a cruzar su umbral, y todavía hoy puede verse el lugar del muro en el que estaba, con un cartel que da cuenta del hecho.
Antes de llegar al encuentro nupcial, parece ser que Charles de Batz-Castelmore visitó su casa de Lupiac y la tumba de sus padres en la capilla del palacio de Castelmore. Fue esta la última ocasión en que vio su tierra natal, ya que Luis XIV le tenía reservada una vasta colección de actividades que le iban a tener muy ocupado: misiones confidenciales, el gobierno de la recién conquistada Lille, y el servicio de armas en las numerosas empresas de guerra y conquista de la corona. Fue esto último lo que le llevó a encontrarse con la muerte el 25 de junio de 1673 ante los muros de Maastricht, de un balazo de mosquete en plena garganta.
A su muerte, d’Artagnan era un personaje estimado y querido. Fueron numerosos los panegíricos que se compusieron en su honor, el más celebre de los cuales –compuesto por Juliani de Saint-Blaise-, decía aquello de:
«D’Artagnan et la gloire ont le même cercueil»

ATHOS

El Athos de Dumas, aquél que era conde La Fère, padre del vizconde de Bragelonne y marido de la gran Milady de Winter, tiene que ver muy poco con el real. Para empezar, su verdero nombre era Armand de Sillègue d’Athos d’Autebielle, y era el hijo menor de una familia bearnesa de Sillègue, al sur de Sauveterre-de-Béarn. A pesar de las apariencias, de la nobleza de sus apellidos y de los títulos con los que lo adornaba, Athos descendía de una familia de mercaderes. De hecho, su antepasado conocido más remoto, llamado Tamonet, se enriqueció haciendo negocios junto a su hijo, Peyroton, con los que ampliaron el patrimonio familiar, hasta el punto de llegar en 1557 a comprar el palacio de Athos, y todos los derechos que corresponden a sus propietarios.
El tal Peyroton, bisabuelo de nuestro mosquetero, ascendió a la categoría de noble señor de Athos, Cassaber y Autebielle por la fuerza de su bolsa y no de sus armas, del mismo modo que lo habían hecho también en aquellas épocas, muchos otros señores que se apresuraron a rehacer sus árboles genealógicos para dotarlos de raices más floridas de las que realmente tenían. Como irás viendo, no es este el único caso en el que ocurre lo que acabo de contarte.
Peyroton tuvo un hijo, Bertrand, quien a su vez casó con la noble Catherine de Monein. De esta unión nació Adrien de Sillègue señor de Athos y Autebielle, que tomó por esposa a una hija de la casa de du Peyrer, mercaderes de Oloron, que era además prima del Señor de Tréville. De este matrimonio nacería, segundon él, Armand, quién será conocido universalmente como Athos.
Puesto que tenía un hermano mayor destinado a heredar todos los señorios familiares, siguiendo los usos de la época –o espada o tonsura-, nuestro Athos optó por lo primero, echando mano de su tío Tréville, quien no pareció tener problema en recomendarle para su ingreso en la Guardia Real, tras lo cual, y vista su habilidad con las armas, aceptarlo en la compañía de Mosqueteros allá por el año 1640.
El caso es que tuvo poco tiempo para disfrutar de su nuevo oficio y desde luego no el suficiente para vivir las aventuras que de él cuenta Dumas, pues no fueron más que tres los años que vivió nuestro mosquetero, a quién un día de diciembre de 1643 lo encontraron muerto en las inmediaciones del Pré au Clercs –Prado de los frailes-, lugar que se extendía desde las inmediaciones de la entonces Abadía de Saint-Germain-de-Prés hasta el Campo de Marte : era el lugar preferido por estudiantes y soldados para acudir a batirse por las más peregrinas razones, así que es fácil imaginar el motivo de la muerte de Athos. El libro de difuntos de la iglesia de St-Sulpice, con fecha 21 de diciembre de 1643, dice lo siguiente:
“Cortejo fúnebre, misa y entierro del difunto Armand Athos dautebielle mosquetero de la guardia del Rey, gentilhombre del Béarn encontrado cerca de la plaza del Prado de los Curas’’.
PORTHOS
Dumas nos presenta a un Porthos hercúleo y vanidoso al que Sandras había rebautizado con ese nombre por cuestiones de rima con el de su compañero Athos, pues verdaderamente este mosquetero se llamaba Isaac de Portau.
Su padre fue secretario del rey de Navarra y notario general del Bearn, allá por la época de Enrique IV. Su posición le engrosó la bolsa y como en el caso de la familia de Athos, esto le permitió comprar haciendas y señoríos con los que ennoblecerse. Es seguro que durante aquella época formó parte de la nobleza protestante bearnesa que, como su Rey, cambiaba de credo según se lo pidieran las circunstancias, hasta llegar a aquello de «París bien vale una misa». De hecho, la madre de Porthos fue Anne d’Arrac de Gan, hija de un importante ministro protestante.
Isaac, segundo hijo de este matrimonio nació en Pau el 2 de febrero de 1617. Mientras su hermano mayor y heredero de la casa pasó a ser gobernador de Navarrenx, él como su amigo Athos fue destinado al oficio de las armas y como tal entró en las guardias reales, al igual y por la misma época en la que lo hizo d’Artagnan, por lo que es razonable pensar que se conocieran entonces. Es en 1643 cuando entra en la compañía de mosqueteros, casualmente, el mismo año en que muere Athos, por lo que es de imaginar que tuvieron muy poco tiempo para convivir.
A partir de aquí es muy poco lo que se sabe de Porthos si no es para echar mano de la leyenda que dice que se retiró los últimos años de su vida al señorio de Lanne-en-Baretous. La casa es la que ves en la foto, aunque ha cambiado en los últimos dos años, porque de entonces a esta parte se ha reformado totalmente, y se ha puesto en ella un hotel rural de aspecto bastante cómodo y agradable al que, como puedes imaginar, le han llamado « Château de Porthos».

Isaac de Portau fue el más longevo de este grupo: murió en Pau el 13 julio de 1712 de un ataque de apoplejia a la nada desdeñable edad de 95 años, siendo enterrado en la capilla del Santo Sacramento de la Iglesia de San Martín, muy cerca del castillo-palacio en el que nació más de siglo y medio antes Enrique IV, aquél monarca que favoreció de tal manera a su oficial de cocina, llamado Abraham de Portau, que éste pudo procurar a su vez una buena posición a su hijo, el padre de Porthos.
ARAMIS
El pueblo de Aramis está muy cerca de Olorón, sobre una pequeña loma al pie de las enormes montañas del Pirineo. A pesar de la proximidad de algunas estaciones de esquí, todavía no ha sido invadido por los chalets y apartamentos de temporada, ni siquiera se ven por su calles otras personas que las que habitan el lugar ocupándose de sus quehaceres diarios. En cierto modo a Aramits le ocurre lo que a Lupiac : es un pueblo silencioso, encerrado en sí mismo, en el que poco hay que pueda recordarnos al mosquetero que tomo el nombre de aquél lugar. Unicamente, junto a la iglesia parroquial, está el solar que ocupaba la Abadía y que hoy está vacío, en la que Aramis hizo las funciones de Abad laico. Sólo queda en recuerdo de ella la antigua portada y, a su lado, un panel explicativo de la vida del mosquetero.
Henri d’Aramitz, que así se llamaba este mosquetero, era el de más noble abolengo de todo el grupo, al pertenecer a una de las principales familias protestantes del Bearn fuertemente vinculada a la corona. De hecho, su abuelo, Pierre d’Aramitz, fue capitán de las tropas hugonotes durante las guerras de religión y al terminar aquellas casó con Louise de Sauguis, hija del abad laico de Sauguis en la Soule, con quien tuvo tres hijos: Phébus, Charles et Marie. Esta última será la madre de Tréville, por lo que Aramitz, como Athos, tendrán una relación de parentesco con Treville que será la que posiblemente les decidió a ingresar en la Compañía de Mosqueteros.
Charles, hermano de Marie y Phebus, sucedió a su padre en el gobierno de la familia, ingresó en la Compañía de Mosqueteros de su primo Tréville, y casó después con Catherine de Rague. Uno de los hijos de aquél matrimonio fue Henry d’Aramitz, el Aramis de Courtilz de Sandras y de Dumas, que ingresó en los mosqueteros más o menos en la misma época en que Athos también lo hacía y d’Artagnan llegaba a Paris, es decir en torno a mayo de 1640. A su ingreso en la compañía tenía además con él a su padre, que era oficial de los mosqueteros y, por supuesto, a su tío Treville.
A partir de aquí, es poco lo que se sabe de su vida como mosquetero, ni de lo que fue de él una vez que esta se disolvió en 1646. Lo volvemos a encontrar ya regresado a su tierra el 16 de febrero de 1650, para casarse con Jeanne de Béarn-Bonasse, con quién tuvo cuatro hijos. Poco más tuvo que poder hacer, pues el 22 de abril 1654, “estando a punto de hacer un viaje a París, sin saber lo que puede suceder y considerando que la muerte es tan cierta como incierta es la hora en que nos va a venir“, dicta su testamento, dejando a su hijo mayor, Armando, como heredero universal. A pesar de sus temores, regresó de París, pues lo encontramos como testigo de una boda en febrero de 1659, pero a partir de aquí, su rastro desaparece para siempre.
M. DE TREVILLE
Visto el caso de los cuatro mosqueteros, es claro que Jean Armand du Peyrer, Conde de Troisvilles, fue en aquella época ejemplo y admiración de muchos de los jóvenes segundones del Bearn y la Gascuña que soñaban con marchar a París y prosperar en el ofcio de las armas. La complejas relaciones familiares que se daban entonces, hicieron además que acudieran para ponerse al servicio del de Treville decenas de primos sobrinos y todo tipo de familiares procedentes de su tierra.
Sin embargo, incluso en su caso, los orígenes familiares eran mucho menos lustrosos de lo que pretendía hacer créer: descendía de una familia dedicada a la cantería, de ahí su apellido de Peyrer -peyre es piedra en gascon-, que habitaban en la localidad de Saucède, que todavía es hoy un tranquilo villorrio oculto en medio de una llanura, al fondo de la cual se yerguen gigantescos los Pirineos. De aquél lugar salió Peyroton du Peyrer “mestre dobres deu Rey de Béarn”, para instalarse en Olorón, lugar más acorde con la posición que acababa de alcanzar.

Su hijo, Bertrand, abandona el oficio del padre para dedicarse al comercio, y su nieto Jean du Peyrer, llegó a prosperar de tal manera que, en 1607, compra cerca de Sauguis, en el valle de la Soule, la tierra de Troisvilles que le proporciona, además de unas amplias posesiones, el derecho a ser considerado parte de la nobleza como propietario que era de aquella heredad.
Como ya te he contado antes, casó el 12 octobre 1597 con Marie d’Aramitz, hija de Pierre d’Aramitz, el capitán protestante, y de Marie de Sauguis. De este matrimonio nace Jean Armand du Peyrer, quién marchará en 1616 a París para enrolarse en la Guardia Real, donde tras casi diez años de campañas, es aceptado en la Compañia de Mosqueteros. Con ella participará en el famoso asedio de La Rochelle y en otras destacadas acciones, que le valen ser puesto a la cabeza de la compañía por el mismo rey en 1634. Esta ocasión la aprovecha para, a lo largo de los años siguientes, ampliar sus posesiones con la baronía de Montory, y los señoríos de Peyre en St Sever, que le permiten modificar su apellido de “de Peyre” a “du Peyrer“ y maquillar así el origen de su familia.
Pero todo esto terminará cuando es implicado, sin poder demostrarse, en una conspiración contra Richelieu, que le valdrá el exilio hasta la muerte del cardenal en 1642. Pero ya para entonces podía darse por terminada su carrera, pues tampoco se llevaba muy bien con Mazarino, quien termina por quitárselo de enmedio haciéndolo gobernador de Foix y enviándolo a combatir y vencer al rebelde Matalas en su tierra de la Soule, antes de morir el 8 de mayo de 1672.
Esto es, amigo mio, lo que he encontrado tanto en el libro que me regaló el bueno de Jacquou, como en algún otro que he consultado. Recuérdame que te cuente la historia que me descubrió mi compadre de Lectoure sobre un cura que puso su nombre a unos orinales. Si, como lo has leído. Merece la pena conocer la historia.
De cualquier manera, espero que esto que te he relatado te sirva de algo y, sobre todo, recuerda que ello no es sino algo pasado, que puede valer tanto como lo que leímos cuando eramos críos de la mano de Dumas. Él mismo decía, cuando le acusaban de trampear y falsear la historia, aquello de:
"oui, mais je lui ai fait de beaux enfants"
Así que ya que nada tenemos que hacer con nuestro futuro, jugemos con el pasado y busquemos en él la belleza.
Salud y un fuerte abrazo.
Charles
P.S. : Tres años después. El título no es casual, ni el hecho de que sea hoy el día en que cuelge esta anotación, cuando se cumplen exactamente tres años desde que Ex Oriente Lux inició su andadura blogera. Gracias a todos los que en algún momento habéis pasado por aquí, a vosotros os debo el aliento que he necesitado para que este cuaderno siga adelante.

Comentarios

Isabel Barceló Chico ha dicho que…
Querido charles, primero de todo quiero felicitarte por haber conseguido estar tres años en activo en la globosfera, algo que me parece una verdadera hazaña en esta época en que el tiempo nos presiona de modo tan intensa. Y luego felicitarte por este post tan magnifico y documentado. No soy una admiradora incondicional de Dumas, porque me han interesado otras cosas, pero sí me siento obligada a decir, que me parece legítimo tomar ideas de la historia y transformarlas en material literario, siempre que el producto no se venda como un libro de historia, sino como una creación propia, a través de aquella. En la medida en que ese material, tratado literariamente, pueda transmitir una idea sobre la época, los valores del momento, lo que se consideraba heróico entonces y, sobre todo, apasionar a miles de lectores e incluso, inducir a algunos de ellos a buscar y querer saber más de la época, creo que ese trabajo es válido.
Un besito enorme y fecilidades de nuevo.
Cósimo ha dicho que…
Monsieur Batz, en su 3er cumpleaños en la blogosfera invierte usted el ritual de celebraciones y nos hace un regalo a todos... esto, que dirían los peques de familia, es un postazo...

Va a conseguir usted que me interese vivamente por la literatura francesa, (todo lo francés lo he tenido algo olvidado desde hace años).

Un trabajo extraordinario el suyo, Dumas escribió una obra memorable, pero a cada "césar", a cada inspiración algo anónima, hay que retribuuirle sus méritos.

Saludos
Jesús M. Landart ha dicho que…
Al contrario que Monsieur Cósimo, yo tengo "lo francés" demasiado próximo a veces. Para ser franca (nunca mejor dicho) tengo lo francés tan fronterizamente próximo que quizás no haya sabido convivir con esta circunstancia convenientemente.
Por lo demás, amo a Francia, su literatura y su arte, su lengua y sus vinos, sus paisajes... y gracias a ti, estimado y querido amigo Charles, aún más puesto que tus letras han logrado reconciliarme con viejos fantasmas que yo sólo sé.
Un placer tenerte aquí, Charles. Por tres y por más.
Vailima ha dicho que…
Perdona, Charles. Estaba con otra identidad. El comentario anterior es mío.
Anónimo ha dicho que…
Dos años leyendo lo que has escrito durante tres; gracias, mil gracias Monsieur de Batz.
Durante todo este tiempo has creado personajes e historias que ahora se me agolpan en la mente, me has descubierto historias tan aménamente contadas con tu magnífica escritura que me he sentido atraido por todas ellas.

Felicidades amigo Charles; brindo por todo el tiempo invertido en esta casa y por todo el que quede en este espacio, que espero sea mucho, y sobre todo brindo por esa persona que se vislumbra tras todo lo escrito.
Pedro J. Sabalete Gil ha dicho que…
Pocas cosas peores que quedarme a media lectura por la incesante vorágine.

Mañana regreso a por la entrada. ¡Seguro!

Saludos.
Charles de Batz ha dicho que…
Es un placer, querida Isabel, descubrir que nuestros blogs cumplen los años casi el mismo día. En cuanto a la transformación de la historia en material literario, estoy deacuerdo contigo en que es necesario aclarar que es más una creación literaria que un estudio histórico, aunque pienso por otra parte, que la mayor parte de las ocasiones no sería necesario, pues al lector se le supone el criterio suficiente para saber diferenciar una cosa de otra. Además, como tu bien dices, la creación literaria inspirada en el pasado -cada vez me gusta menos el término de novela histórica-, puede ayudar a conocer algo del ambiente, las costumbres o el contexto general del pasado, y eso creo yo que es bueno. Lo peor, y lo que realmente me parece lamentable, es el interés que se tiene en ocasiones -más de las que sospechamos-, en intrumentalizar la historia con otros fines que no son los literarios. Pero esa ya es otra historia.

Estimado Barón, si con mis anotaciones consigo reconciliarle con la literatura francesa, me daré por más que satisfecho, pues considero que en las solitarias alturas en las que Usted habita, le harán buena compaña la variada galería de personajes que se encierran entre sus páginas. Aunque ahora que lo recuerdo, de esto ya sabe algo:

"En días preestablecidos, Cósimo y Gian del Brughi se daban cita sobre un determinado árbol, se intercambiaban el libro y se separaban..."

Celebro que mis letras te hayan servido de algo, querida Vailima. En cuanto a la vida fronteriza, creo que tal y como dices provoca sentimientos muy encontrados, en los que pueden pasarse por fases totalmente opuestas de amor-odio, pero que al fin y al cabo ofrecen más ventajas que inconvenientes a mi entender. Me alegra verte por aquí.

Yo también espero que sea mucho más el tiempo que esto siga adelante, amigo Herri, aunque no te negaré que han habido varias ocasiones en las que parecía que esto no daba para más, y me veía tentado con cerrar la barraca. Pero bueno, eso es algo que nos pasa a todos de vez en cuando. Afortunadamente, el ánimo de seguir contando con vuestra presencia ahí, al otro lado de la pantalla, es más que suficiente para que uno procure seguir aquí por lo menos algo más de tiempo. Brindo por vosotros, querido amigo.

Goathemala, no hay prisa, tomate tu tiempo que, como veo, no es mucho, pues tus ocupaciones te tienen bastante atareado, y uno encima no lo pone fácil para que las lecturas de mi cuaderno resulten ágiles. Prometo poner manos a la obra para ser algo más breve pronto.

Gracias por vuestra visita y por seguir ahí.

Salud y un fuerte abrazo
Anónimo ha dicho que…
¡pa darte ánimo!, si me he quedado sin aliento,
menudo post,

Faltan las putas los caballos desenfrenados los pellejos de vino los tules los orinales vaciados por las ventanas las carrozas las generosas canales de las grandes damas y sus pícaras coqueterías y algo de maldad en quien va a perder y va a probar el filo de la espada de los mosqueteros.

Porque los mosqueteros son los chicos buenos de moral deseable y van a ganar, y ya está de nuevo la novela.
Nos has deshuesado a Monsieur Dumas, como un genial forense de las letras, vivas.
como siempre un placer beber en tus fuentes.
un abrazo y salud, mucha salud y pasión para seguir con el blog.
Yaloom ha dicho que…
Entro a última hora en un día de trabajo horrible que termina de la mejor manera con tu post, con la sensación de haber tenido la enorme suerte de haber sido admitido a un lugar donde contar relatos es un ejercicio de amistad.
Anónimo ha dicho que…
Hoy es un día de errores. Ha sido un intento fallido de entrar con una cuenta blogger. el anterior comentario es de Vere. Enhorabuena Charles.
Pedro J. Sabalete Gil ha dicho que…
Nada, ni te preocupes por la brevedad, se necesita espacio para desarrollar los escritos, es que se me ocurrió visitarte desde el trabajo y claro qué puede esperarse...

Ya intuía que te faltaba poco para tu tercer aniversario, recuerdo la original hoja manuscrita que nos informaba de tu segundo cumple. Ya sabes que permanecer tres años con un blog roza la heroicidad y más tus regresos tras las pausas que te ves obligado a tomar. Lo digo por experiencia propia. Mi segundo cumpleaños lo veo muy complicado. Pasito a pasito.

Hace un par de siglos leí con fruición El conde de Montecristo y ahí quedó mi experiencia como lector de Dumas.

Poco que aportar a tu erudita entrada salvo la gracias por tantos daros desconocidos sobre los mosqueteros junto a la sorpresa por el descubrimiento del hilo mágico que te une a Charles de Batz-Castelmore de Artagnan.

Un fuerte abrazo y felicidades amigo.
Charles de Batz ha dicho que…
Eeeso es lo que le falta a la realidad, Anarkasis: las putas, los caballos desenfrenados, los orinales lanzando al viento (y a la cara del pobre desgraciado que corre detrás) su contenido, y los chicos buenos de moral deseable... Eso mismo es quizá lo que nos atrae de aquellas historias pues aquí, el carnicero deshuesador, no ha sabido encontrarlas.
Por cierto, que de orinales espero contaros algo pronto...

Creo Vere que desde la Semana Santa andamos todos un tanto acelerados, perdidos y hasta las cachas de trabajo. Espero que la cosa se vaya moderando. Por supuesto que la suerte ha sido mía al encontrarme aquí con vosotros.

Con calma, Goathemala, pero seguro que llegaras al segundo y al tercero y más cumpleaños. Eso esperamos quienes te seguimos. ¿El Conde de Montecristo?: para mí una de las novelas más apasionantes que he leido porque describe de manera magistral una de las fuerzas más poderosas que hay sobre este mundo: la sed de venganza. De ese libro también quisiera deciros algo, pero me lo pienso para no ser demasiado cargante con Monsieur Dumas.

Un fuerte abrazo y gracias por estar aquí.

Salud
Flotón ha dicho que…
♪ Cumpleaaaañooooos Feeeeliiiiiz ♫

Aunque sea tarde, pero si en un cumple no canta nadie queda un poco desangelado.

Yo voy al revés de Vere, en el trabajo, justo antes de que empiece la batalla.

Gracias por estar y por seguir.
Chela ha dicho que…
Me parece extraordinario tu post. Conozco “Los tres mosqueteros de Alejandro Dumas y EL Conde de Montecristo, pero no te miento si te digo que he disfrutado un montón leyendo hoy tu magnifico post sobre la verdadera historia de los mosqueteros, sus orígenes, los pueblos de pertenencia…Además de interesarme el contenido, me resulta agradable tu estilo literario…¡brillante!

Felicidades por tus tres años de actividad con el blog, es un gran esfuerzo y en tu caso digno de agradecer por lo que nos deleita leer tus relatos. Yo cumplí un año este mes y de verdad que lleva tiempo (sobre todo leer a los amigos, comentar…) mantener el blog, pero al mismo tiempo es como un pequeño (o grande) mundo que forma ya parte de nuestra vida: ocupa el pensamiento y los afectos, te sientes envuelto en una red de relaciones que resulta fuerte y calida.

Felicidades y un fuertísimo abrazo.
Anónimo ha dicho que…
¿Ya hace tres años? Carai, felicidades y que sean muuuchos más.

Debo decir que además de todo eso, D'artagnan era uno de mis "heroes" favoritos cuando era pequeña..

Eso es una cosa que una no debe subestimar :D

Abrazo,
Charles de Batz ha dicho que…
Gracias Salamandra, se que llevas una temporada un tanto complicada. Algo parecido me ocurre a mi, así que puedes imaginar que lo entiendo perfectamente.

Eres muy generosa Chela al hablar así de este cuaderno. Te lo agradezco de verdad y, como ya digo al final del texto que estamos comentado, es ese aliento que me dáis el que me ha animado a seguir desde hace ya tres años.

Si, Medea, tres años, y tú, como visitante más antigua de esta casa, te mereces parte de las felicitaciones !vaya aguante! ;-)

Salud
Anónimo ha dicho que…
Monsieue charles espero que siga en activo su blog.Si es asi,me gustaria preguntarle si sabe algo de jean,hermano mayor de armand athos,y si hoy en dia hay descendientes de esta familia.Gracias y perdone las molestias.
Le france

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