Confiar y Esperar
Resulta curioso que el hombre, en su deseo de perpetuarse, vierta sus pensamientos más íntimos, aquellos que desea que trasciendan su propia vida, sobre la piel débil y enfermiza de una hoja de papel; ¿hay quizá algo más delicado sobre lo que escribir que un folio en blanco, al que el tiempo va a someter a humedades, fuegos, el ácido de las tintas, el lepisma, la termita y un sinfín de peligros, que hacen de cada instante de su existencia un segundo ganado al olvido?... Posiblemente lo haya: nuestra propia memoria y nosotros como depositarios que somos de ella. Decía Paul Valéry que los libros tienen los mismos enemigos que el hombre: el fuego, la humedad, los bichos, el tiempo y su propio contenido. Entiendo que dentro de todo esto se comprenden los recuerdos, y la memoria de aquellas cuentas desajustadas que han ido quedando colgadas a lo largo de nuestro tiempo. Son como balances en los que a veces no tenemos claro a quién debemos reclamar, y quedamos sin ni siquiera la posibilidad...