A la sombra de las nubes
Es como si hubieran estado esperando desde hace ya unas semanas. Como si su necesidad de salir desbocadas sobre el manto azul del cielo, quedara contenida en la prisión de mis dedos. Su deseo era el de huir de mí, y buscar la manera de elevarse y cubrir nuestras cabezas con el silencioso aliento del olvido. Pues ya está. Ahí quedan. Libres. ¡Que vuelen! Dejándose llevar al antojo de los vientos celestes, acompañadas únicamente del suave susurro del aire. Las abandono a ese silencio. Al mismo en el quedará este cuaderno durante unas semanas, mientras recupero parte de mi tiempo, recapacito y pongo al día algunos asuntos que tenía abandonados, entre ellos el relato del Camino de Santiago que hice el año pasado. Supongo que no me privaré de visitaros siempre que me sea posible. No hay nada peor que la soledad, y en las aguas anímicas en las que uno navega en ocasiones, aquella es la peor de las tormentas… Mientras tanto, cuidemos este lugar en el que yo guardo reposo. Velémoslo en su desc...